viernes, 11 de marzo de 2011

BRAD MEHLDAU - (Highway Rider)



Intérpretes:
Brad Mehldau (p, teclados)
Jeff Ballard,  Matt Chamberlain (d, percusión)
Joshua Redman (ss, st)
Larry Grenadier (b)
Pistas: CD1.- 1.John Boy; 2. Don't Be Sad; 3. At the Tollbooth; 4. Highway Rider; 5. The Falcon Will Fly Again; 6. Now You Must Climb Alone; 7. Walking the Peak;
CD 2.- 1. We'll Cross the River Together; 2. Capriccio; 3. Sky Turning Grey (For Elliott Smith); 4. Into the City; 5. Old West; 6. Come with Me; 7. Always Departing;8. Always Returning
Año:  2010

Mehldau nació en Florida en 1970. Empezó a tocar el piano a los seis años y descubrió el jazz a los doce años, al oír  una grabación en directo de John Coltrane.
Influenciado por  Keith Jarrett, Thelonious Monk, Bud Powell y Bill Evans, estudió jazz en la Universidad The New School.
Como acompañante ha tocado con músicos de talla internacional: John Scofield, Charles Lloyd, Wayne Shorter, Pat Metheny y  Joshua Redman.
Su música ha formado parte de bandas sonoras de películas tan famosas como: Midnight In The Garden of Good and Evil (1997) , Eyes Wide Shut (1999), Space Cowboys (2000) y Million Dollar Hotel (2000).
Su discografía como líder,  iniciada  en 1995 (Introducing Brad Mehldau), se desarrolla fundamentalmente en formación de  trío.
El disco del que hablamos en esta ocasión  da un giro de ciento ochenta grados en su carrera. Tanto en su lineal argumental compositora, como en la formación con la que se presenta, un cuarteto acompañado por una  orquesta de cámara. Estas combinaciones llevan al oyente desde atmósferas alegres a otros escenarios sombríos.
Todas las composiciones son suyas y los arreglos de la orquesta también. En este disco aflora claramente su formación pianística clásica. Mehldau abandona en gran medida su introspección, propia de una persona tímida, sin apego a la fama y sus composiciones adquieren  un carácter más alegre pero no carente de su personal estilo.
En el corte que lleva el título del álbum, Highway Rider, hace un guiño al estilo del trío del malogrado Esbjörn Svensson (E.S.T.) con ese sonido algo electrónico que les identificaba en sus últimas composiciones.
En Don’t be sad  el saxo de Joshua Redman recuerda  a los mejores tiempos de Ernie Watts en Long Road Home o Reaching Up.
Si bien todo el disco mantiene un hilo conductor, aquellos en los que solo interviene la orquesta de cámara esa coherencia argumental se pierde en cierta manera.
No es la primera vez que Mehldau hace incursiones en el mundo clásico; me refiero a  Love Songs” con la mezzo-soprano Anne Sofie von Otter y  Love Sublime” con la  soprano Renée Fleming.
Brad Mehldau con este trabajo da un salto importante en su carrera como intérprete y como compositor. Mantiene  su estilo personal, más alegre en ocasiones, sobre todo propiciado por el ritmo contagioso del baterista Jeff Ballard, y algo más atonal y discordante de lo que en él suele ser habitual.
Espero que venga pronto a España en gira y podamos disfrutar de este ambicioso disco.
 

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